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Megaciudades, motores del cambio

  • Foto del escritor: ARS Blog
    ARS Blog
  • 30 jul 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 10 dic 2019


La concentración de la población mundial en ciudades es una tendencia creciente.

Según indica la ONU, en el año 1950 el 30% de los habitantes de la tierra vivía en ciudades, en el 2015 lo hacía el 54% y en el año 2030 lo hará un 60%, lo que supondrá 5.060 millones de almas viviendo en núcleos urbanos.

Generalmente se entiende como megaciudad aquella que supera los 10 millones de habitantes, pudiendo ser en un único centro con sus núcleos satélites o la unión de dos o más centros urbanos.

En la actualidad, hay un total de 34 megaciudades. Al frente de todas ellas encontramos el área urbana japonesa de Tokio-Yokohama con la espectacular cifra de casi 38 millones de habitantes. Descendiendo y refiriéndonos a "población en millones", la lista continúa con Jakarta en Indonesia (30,5), Delhi en India (25), Manila en Filipinas (24,1) y en Corea del Sur el conjunto Seúl-Incheon (23,5).

En Estados Unidos, la primera megaciudad es Nueva York (20,6) y si analizamos un entorno más cercano como Europa, existen dos megaciudades al final de la lista que son París y Londres, en los puestos 29 y 32, con una población de 10,9 y 10,2 millones, respectivamente.


Por lógica. el origen y crecimiento de las megaciudades es de índole económico. A lo largo de la historia las personas han migrado hacia núcleos que les ofrecían mejores oportunidades de trabajo. Según el indicador City600 que elabora The McKenzie Institute, las 3/4 partes del PBI mundial tienen su origen en los 600 centros urbanos más grandes del planeta. Y hay que señalar que 440 de esas ciudades se encuentran en economías emergentes o en desarrollo, y que la tendencia es creciente e irreversible. Se estima que en 2025 las 20 principales megaciudades estarán ubicadas en países emergentes liderados por China e India.

Es evidente que la ciudad polariza los grandes atractivos, pero el tamaño de las mismas las condiciona para bien y para mal. Al igual que los grandes núcleos urbanos que crecen rápidamente, plantean importantes problemas.

Uno de los más destacables en los países en vías de desarrollo y emergentes es el planeamiento urbanístico, hasta ahora incapaz de revertir la precariedad de los barrios marginales que crecen al margen del ordenamiento y son un foco de pobreza y vulnerabilidad de su población.

ONU-Habitat estima que en la actualidad 1000 millones de personas viven en estos barrios conocidos por su término en inglés, "slum", y esto sin duda provoca una visión diferente del desarrollo urbano mundial de la que obtendremos mirando hacia megaciudades como Los Ángeles, Nueva York, París o Londres. La pobreza en las mencionadas urbes no es comparable a la que encontramos en Asia, América Latina o África, donde, además, surgen otras problemáticas como el desempleo (a pesar de ser núcleos que generan una gran cantidad de puestos de trabajo), la necesidad de disponer de mucho tiempo para desplazarse (distancias cada vez mayores y transporte público por lo general ineficiente), la contaminación ambiental y la inestabilidad política.


En las recomendaciones de ONU-Habitat se manifiesta la necesidad de una ciudad compacta, es decir, que crece en altura. El transporte público y los servicios serán más eficientes en desarrollos verticales, liberándose espacios verdes y cumpliéndose con los principios de conservación y optimización de recursos.

La capacidad de gobierno y la concentración de poder político y económico en las megaciudades es evidente. En Asia y América Latina tienen más poder que los propios Municipios, lo que algunos casos incluye responsabilidades provinciales. Beijing y Shanghai son el mejor ejemplo.

La influencia de estas concentraciones de población es incuestionable y se puede considerar que el futuro el mundo se gobernará desde ellas. En el año 2030, la megaciudades representaran el 61% de la riqueza planetaria.

Según expone Richard Holtz, Director de Investigaciones de Ciudades Globales de Oxford Economics, las grandes urbes son el motor del crecimiento económico, la innovación, la industria, los servicios, la demanda y la producción.



 
 
 

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